La dificultad en el manejo de las lentes, el temor a que su uso sea complejo, además de la posibilidad de sufrir complicaciones como ojos rojos, pérdida de las lentes en el colegio u otras circunstancias similares, hacen pensar a los padres que las lentes de contacto no son la mejor solución para los niños.
Sin embargo, existen razones para utilizar lentes de contacto en niños.
Cuando se trata de altas o medias miopías, las lentes de contacto proveen a la retina de una imagen de mayor tamaño que si se utiliza la misma corrección en gafas, por lo que el niño verá mejor con lentillas.
Además, en las edades tempranas es cuando mayor plasticidad cerebral existe, y disminuye generalmente a partir de los seis o siete años. Por ello, es crucial que la imagen sea lo más nítida posible, factor muy importante para el desarrollo del potencial visual infantil.
A ello hay que añadir que, en ocasiones, existen grandes diferencias de graduación entre los dos ojos, o altas graduaciones en ambos, y este desarrollo visual no se produce correctamente. Si se prescriben lentes de contacto con unos parámetros precisos para el niño, nos aseguramos la eliminación de aberraciones que produciran las gafas.