Es la principal causa de ceguera o discapacidad visual en personas mayores de 65 años en los países desarrollados.
Esta patología ocular conlleva una serie de cambios degenerativos en la retina y, principalmente en la mácula (zona central retiniana) que afectan de forma severa, crónica y permanente a la visión de las personas afectadas.
Esta afección disminuye gradualmente la capacidad de visión central que emborrona u oculta lo que ves cuando miras hacia delante, provocando una zona ciega central y apreciando solo lo que hay alrededor de donde miras afectando la vida de los pacientes en su ámbito personal, laboral y social.
Dificulta o imposibilita la realización de actividades tan comunes como ver la televisión, leer, escribir, conducir…
El factor de riesgo reconocido más importante que contribuye a la aparición de la DMAE es la edad. El envejecimiento favorece los procesos oxidativos tóxicos de la retina a los que se pueden añadir factores genéticos, tabaquismo, contaminación, enfermedades cardiovasculares, alimentación y el daño de la luz solar de onda corta (azul y ultravioleta).
Se trata de una anomalía que inicialmente presenta muy leves síntomas, por lo que resulta fundamental acudir periódicamente a las revisiones visuales con el óptico-optometrista con el fin de detectarla de manera precoz.
Una vez que va aumentando su incidencia, provoca en el paciente la disminución de la agudeza visual de manera progresiva o súbita, muy difícil de mejorar con corrección óptica, visión borrosa central y pérdida visual con zonas irregulares, oscuras o vacías, deformidad de las imágenes y líneas rectas, alteración en la percepción del tamaño de los objetos, o dificultad en el reconocimiento de las caras.
Se clasifican en dos tipos: