En España, los mayores tardan hasta 8 años en renovar sus gafas. Según el Libro Blanco de la Visión, un 72% de los pacientes no acuden a sus revisiones porque creen ver correctamente, ignorando si padecen de algún problema visual o han tenido cambios en su graduación.
Pero si quieres hacer las cosas bien pregúntate: ¿Cada cuánto debo cambiar mis gafas? ¿Qué sucede si no lo hago? Lamentablemente no es posible pronosticar con exactitud la frecuencia en la que debes cambiar de gafas, ya que varía de paciente a paciente. Por ejemplo, hay personas a las que les cambia la graduación cada seis meses, mientras otros cada uno o dos años.
Visita anual, es lo recomendado
Por eso, los expertos recomiendan que a partir de los 40 años se debe ir por lo menos una vez al año a una revisión con el oftalmólogo o con un óptico-optometrista.
La razón por la que se deben intensificar las revisiones a partir de esta edad se debe a que empiezan a aparecer los síntomas de la presbicia o vista cansada, un defecto de refracción que surge y avanza con la llegada de los años.
En España, el 67% de los mayores de 45 años declara tener vista cansada; aunque un 15% lo desconoce por no haber ido a una revisión recientemente. Así ocurre que muchas personas se acostumbran a ver mal y ni siquiera lo notan. Solo cuando cambian de gafas o van al especialista, se dan cuenta de que tenían una dificultad visual. Ahora, ¿qué sucede si no visitas al óptico con regularidad?, ¿qué señales te pueden alertar a tiempo?
En este caso escuchar a tu propio cuerpo es la solución. Si con tus gafas actuales presentas síntomas como fuertes dolores de cabeza, visión borrosa, parpadeo constante y cansancio, tómalo como indicios de que ha llegado el momento de cambiar de gafas.
Esos síntomas se manifiestan no porque algo malo suceda con tus ojos, sino porque la potencia de tus cristales viejos ya no corresponde con tus necesidades visuales de hoy. Si no cambias de gafas se verá afectada tu calidad de vida y seguridad, por ejemplo, al conducir o al realizar tareas exigentes para la vista.
Otra señal de que tu graduación puede haber cambiado es que inadvertidamente inclinas las gafas o te acercas o separas de las lentes para ver mejor; y si te aumenta la presbicia notarás que te hace falta más luz y que cada vez alargas más el brazo para leer.
Ahora bien, no hay que ponerse paranoicos. Puede suceder que determinados fármacos generen cambios de graduación mientras se están tomando. Una vez finalizado el tratamiento, la graduación vuelve a regularizarse.
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Fuente:gafas.es